Tuesday, June 30, 2009

La inmiscusión terrupta

No podía faltar en la pantalla de Dadá es nada. Los que me conocen desde hace más tiempo se saben de memoria este texto sin haberlo leído nunca. He aprovechado docenas de reuniones para declamarlo, con la sola justificación de que había por lo menos una persona que no lo conocía. Hace unos años Adriana Nartallo (cámara) y Daniel Amorín (edición) decidieron registrar el asunto para la posteridad. (Ver)

Wednesday, June 24, 2009

Camello ciego

Esto fue escrito durante trece madrugadas de arduo trabajo en la recepción de un hotel de Miami, en diciembre de 2006. Está basado en una anécdota que conozco desde siempre, con las complicaciones que se me ocurrieron en la soledad del lobby.
Si quieren mi opinión personal, no está mal.

“Fortuna en los juegos de azar”.
La bruja se dio por satisfecha con ese augurio alentador. Micaela se quedó mirando su propia mano, como si quisiera descubrir en las líneas los números ganadores del próximo sorteo. Era el turno de Ricardo. Esta vez la bruja leyó la palma en silencio y luego lo miró a los ojos.
“Serás traicionado por la persona de quien menos sospechas”.
Gaspar no se pudo contener.
“Vamos mejorando”, dijo. “De la fortuna a la traición. Para mí un viaje, por favor. O un encuentro inesperado, por lo menos”.
Decía esto mientras estiraba la mano. La bruja ni siquiera la tomó entre las suyas. Apenas una breve mirada. (Leer más)

¿Y tu cadáver?

Siempre tuve la sensación de que la cosa no cuajaba del todo con este cuento. Pero con esto del blog lo releí para darle una oportunidad y me gustó. Fue escrito en Montevideo, a fines de 2003.


Lo despertó una mosca demasiado grande, que trabajaba a conciencia en su frente ensangrentada. Cabrales la espantó con el brazo. Hizo un gran esfuerzo de voluntad para incorporarse pero no logró moverse. Sentía un dolor de cabeza intenso. Trató de pensar. Estaba en el suelo. Miró hacia un costado y vio la mesa dada vuelta y vidrios rotos por todo el piso. Hizo un esfuerzo supremo y logró sentarse pero entonces el dolor de cabeza fue atroz. Las paredes estaban manchadas de rojo violáceo. Había un olor nauseabundo que le daba vuelta las entrañas. La habitación giraba. Cerró los ojos. Todavía era incapaz de pensar. (Leer más)

Jesús de la Barra

Es el primer cuento que escribí y al que le tengo más afecto. No sería realidad sino fuera por la tutela de Renzo Rossello, escritor y periodista, cuando trabajámos juntos en el diario El País, en Montevideo, allá por el año 2001. Desde su primer comentario, "esto no es literatura" hasta el último, "está muy bien" fue un guía paciente y sutil. Pues eso, que está dedicado a Renzo Rossello.

Llegué a la Barra el 24 de mañana. Almorcé en el bolichón de los laburantes y me quedé sin un peso. Tenía mis hojas y si vendía un dibujo me iba a dar por lo menos para cenar una pizza y una cerveza. Pero se hizo de noche y no había vendido nada. Intenté en los restaurantes pero ni siquiera me dejaban entrar. A Jesús lo conocí en la madrugada de Navidad. Bajé a la playa de Montoya porque sentí que había fiesta y me acerqué a un fogón enorme que había en la arena. Jesús recitaba y había unos pibes que tenían unos tambores africanos. Yo tenía mis hojas abajo del brazo. Me senté a la rueda sin que nadie me dijera nada y al poco rato recibí la pipa. (Leer más)

Sunday, June 21, 2009

Creacionismo

Finalmente he cedido. La presión fue intolerable. Dejé el egoísmo de lado y me puse a escribir el blog. En el principio fue una idea brillante de un amigo, onda: che, ¿por qué no ponés en la web todas esas ideas fantásticas que tenés, boludo? Como si el universo estuviera dispuesto a enmudecer para escuchar mi voz. Después el asunto se convirtió en una bola de nieve. Todo el mundo quería leer mi blog. Estaban sedientos de esa onda, de esa profundidad, de ese filo. Hasta de belleza, se empezó a hablar. La única joda era que el blog no existía. Entonces me empezaron a macerar los cataplines, hasta que dije: ma sí, vamos a poner el blog.

Y así es que rescataré algunas de las cosas que tengo en una carpeta que denomino pomposamente Literatura. Son ficciones propias, acabadas e inconclusas. Estas últimas se ceden generosamente a quienes les apetezca adoptarlas. Supongo, también, que esporádicamente me voy a mandar alguna disertación, como es de orden en este tipo de estofados. Y en un ataque de entusiasmo hasta podría transcribir algunas de las letras que más íntimamente me han tocado, como estos versos de Darío:

La careta negra se quitó la niña
Y tras el preludio de una alegre riña
Apuró mi boca vino de su viña.

Vino de la viña de la boca loca
Que hace arder el beso, que el mordisco invoca.
Oh, los blancos dientes de la loca boca.

Ojo con el verso:

Vino de la viña de la boca loca

Decirlo es un placer físico, que involucra un juego delicioso de lengua, labios y dientes. Es aliterar de gozo, como quien dice.

Y bien, pues, las hordas que me aclaman tendrán su festín. Cada tanto les iré tirando un pedazo de carne roja cruda, para que las fauces se entretengan.

Buenas tardes.