Wednesday, July 22, 2009

Puente roto

El comentario más sesudo de todos los que he leído y escuchado con esto de los cuarenta años desde que Armstrong pisó la luna es el de Tom Wolff, en el New York Times. El artículo se titula One giant leap to nowhere (Un salto gigantesco a ningún lado) y la tesis es simple. La gracia de ir y pisar la luna era que significaba un comienzo en el afán de edificar un puente a las estrellas. Dado que hasta donde sabemos somos los únicos vivos en el universo y teniendo en cuenta que la estrella que nos da esa vida tarde o temprano se va a apagar, es lógico que intentemos salir a buscar otra cosa. Ir y pisar la luna era como decir Yes, we can. Después vendría Marte y después saldríamos del Sistema Solar y ya encontraríamos algún lugar habitable, donde perpetuarnos como Dios manda. Pues resulta que no, que se tomó como una victoria militar (es pa los rusos que lo miran por tevé) y se dejó de gastar la millonada ý de pensar en conquistar nuevos mundos.
Qué macana, ¿no?

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